Los ocho presagios “cargan”
al tiempo y al espacio
con sus referentes simbólicos

Tomando la representación del cosmograma en códice Féjerváry Mayer como modelo, a cada presagio una posición le puede ser asignada. Como los presagios se relacionan simbólicamente con las imágenes y con ciertos pasajes históricos a lo largo del texto escrito, es decir, son los precedentes cósmicos de hechos históricos concretos, el cosmograma permite visualizar la estructura oculta de la narración.
Los presagios están sujetos al simbolismo de las regiones cósmicas a las que pertenecen. El este, el lugar de la creación y del sol guerrero, triunfante. El norte, la región de la muerte y la regeneración, de la noche y la época de lluvias. El oeste, donde el sol muere y es acompañado por las mujeres en su descenso. El lugar de la matriz terrena, las cuevas, la niebla y el agua. El sur, la región de las espinas y del poderoso sol de invierno que surge victorioso del agua al interior de la tierra. Sitio entonces del inicio de los ciclos.
Los ocho presagios también conforman la unidad creativa de dos fuerzas opuestas. Los cuatro primeros se relacionan con el fuego, mientras que los siguientes tres con el agua. El octavo y último parece ser la unión de ambos elementos en el sur. Así, los presagios son las estaciones para la creación de una nueva tierra y un nuevo sol. Juntos conforman la unidad in atl in tlachinolli, agua/conflagración, que es la metáfora en Náhuatl para referirse a la guerra sagrada, sustento de la creación en los mitos

Clicar sobre cada uno de los presagios